Las teorías de la conspiración ofrecen explicaciones atractivamente simples para un mundo caótico. Pero hay que tener cuidado con lo que se cree.
El presidente John F. Kennedy no fue asesinado por Lee Harvey Oswald, fue asesinado en realidad por la CIA porque se opuso a operaciones no autorizadas de la agencia. La princesa Diana no murió en un accidente de coche sólo porque el conductor huía de los paparazzi, la familia real estuvo involucrada porque no quería que Diana heredara el poder o la riqueza. Y cuando ves aviones dejando estelas a su paso, que no es más que un efecto físico de las emisiones en caliente por el aire frío y húmedo; la aeronave está pulverizando gotitas finas - estelas químicas o chemtrails - a la gente, algunas veces con infecciones experimentales o venenos, otras, quizás con vacunas.
Las Teorias de la Conspiración han prosperado durante siglos, e internet ha acelerado su difusión. Los creyentes en los “chemtrails” han publicado en varios sitios web para advertir a la gente de las amenazas actuales. Y la British Broadcasting Corporation ha identificado más de 36.000 sitios que proporcionan mitos y leyendas acerca del accidente mortale de Lady Di en 1997.
¿Por qué hay personas que hacen todo lo posible para tratar de probar que poderes secretos están orquestando todo, desde la propagación de enfermedades a la muerte de gente famosa? ¿Y los que creen las teorías sólo tienen una imaginación hiperactiva, o algo más está sucediendo en sus cabezas?
CORDURA AL LIMITE.
La mayoría de las personas que se deleita con historias de conspiraciones son cuerdas, aunque en la frontera de lo delirante. Los psiquiatras etiquetan a alguien de delirante cuando tiene una visión falsa de la realidad y se aferra a ese punto de vista con certeza subjetiva. Los argumentos y la evidencia clara en contra de la idea delirante no sacuden a la persona. Esta constante puede tomar varias formas. En los delirios relacionales, una persona ve que toda la gente, eventos y objetos que lo rodean están conectados a él. Cree que el escaparate de la tienda de la esquina le está enviando un mensaje o que cierto artículo de prensa tiene significado sólo para él. En los delirios persecutorios, el individuo piensa que los otros lo escuchan, lo miran, o lo persiguen.
Cualquiera que sea la ilusión, los terapeutas a menudo no pueden saber si una idea aparentemente loca está o no basada en la realidad. Y hasta cierto punto, no importa.
El diagnóstico de trastorno delirante se basa principalmente en la forma en que un paciente presenta la idea y la certeza absoluta acerca de los eventos que acaecerán sobre ella. Sin embargo, los terapeutas deben ser cautelosos. Es posible, después de todo, que un paciente está realmente siendo acosado en el trabajo, que su esposo la engaña, o que su socio de negocios lo esté estafando.
Los terapeutas también debe tener cuidado de no etiquetar mal ciertos hechos como ideas delirantes, una trampa conocida como el efecto de Martha Mitchell. Martha Mitchell fue la esposa del ex fiscal general de EE.UU., John Mitchell. En octubre de 1972 fue acusado de haber ordenado el allanamiento de la sede de la campaña demócrata en el hotel Watergate en Washington, DC.
Martha Mitchell.
La Sra. Mitchell declaró en repetidas ocasiones a la prensa que su marido estaba siendo utilizado como chivo expiatorio para proteger al verdadero culpable: El presidente Richard Nixon. La Casa Blanca difundió desinformación acerca de la señora Mitchell, diciendo que tenía un problema con la bebida y eso era motivo para que sus declaraciones fuesen delirantes. Cuando el escándalo se desenredó en última instancia, las declaraciones de la señora de Mitchell resultaron verdaderas y quedó demostrado que ella estaba completamente cuerda.
EL CIRCULO VICIOSO DE LOS PREJUICIOS.
El éxito de muchos libros y programas de televisión sobre "lo que realmente sucedió" en Watergate o "¿quién mató realmente a JFK? demuestran que las personas son fácilmente atraídas por las teorías de conspiración. Pero ¿por qué? Una respuesta básica es que las teorías promueven un mensaje sencillo. Sea lo que fuere que haya sucedido, hay una fuerza única - generalmente malvada - detrás de eso. Los seres humanos tienden a simplificar drásticamente cuestiones complicadas, reduciéndolos a una causa en solitario siempre que sea posible. Este ejercicio aporta orden en el caos, hace inteligible un mundo complejo. Y una vez que una persona cree que entiende cómo funcionan las cosas, se aferra a esta creencia. El creer en un plan maestro secreto creado por una poderosa organización ofrece relaciones simples de causa-efecto que se acumulan a lo largo de una cadena lineal de eventos. El azar y la ambigüedad no tienen ningún papel, lo cual es reconfortante, incluso en la cara de las fuerzas siniestras.
Las conspiraciones son especialmente propensas a ser populares cuando se alimentan los prejuicios ya existentes o supersticiones. La creencia en la conspiración refuerza estas posiciones. En este círculo vicioso, cualquier conexión con la realidad se pierde rápidamente. Y si la teoría confirma las sospechas que muchas personas han mantenido por mucho tiempo, el número de adeptos crecerá.
Un buen, aunque repulsivo ejemplo, es la acusación, formulada en varias oportunidades durante la historia desde la Edad Media, de que los judíos sacrificaban niños cristianos en rituales secretos. Este mito se originó con el monje benedictino británico Thomas de Monmouth. En su libro La vida y milagros de St.William de Norwich, publicado en 1173, Thomas informó sobre la muerte de un niño de 12 años de edad. Usando endebles pruebas, afirmó el muchacho fue víctima de asesinato ritual por judíos. Este libelo se reiteró varias veces hasta bien entrado el siglo 19. Escritos antisemitas y falsificación de documentos tales como el Talmud Judío, publicado por el teólogo August Rohling en 1871, prestaron posteriormente un aire pseudocientífico a la leyenda. Estas acusaciones falsas y otras similares ayudaron a alimentar el antisemitismo en todo el siglo 20 e incluso en la actualidad.
RAICES DE LA DESCONFIANZA.
La gente parece especialmente dispuesta a aceptar tales historias radicales si nacen de una desconfianza general de los demás. En 1994, Ted Goertzel de la Universidad Rutgers realizó un estudio en el que los sujetos leyeron 10 historias conspirativas y se les preguntó cuales las encontraban creíbles. La mayoría dijo que al menos una de las conspiraciones era correcta, y muchos de ellos aceptaron varias como verdaderas. Por ejemplo, la mitad de los participantes creía que los japoneses estaban conspirando para destruir la economía estadounidense. Más interesante aún, fue que Goertzel reveló que las personas insatisfechas eran más propensas que las satisfechas a creer en alguna de las conspiraciones. Los sujetos que fueron especialmente susceptibles también tendían a tener mayor desconfianza de los políticos y funcionarios gubernamentales.
Ted Goertzel
La autoidentificación racial también puede jugar un rol. Una gran proporción de los afroamericanos en el estudio creía que el gobierno de EE.UU. había creado el virus del sida en laboratorios secretos y había infectado deliberadamente a la gente negra. Esta creencia puede haber tenido raíces de las que los participantes no eran aún conscientes. En 1932, en la ciudad de Tuskegee, Alabama, los investigadores de la precursora de los Centros para el Control y la Prevención, comenzó un famoso estudio de casi 400 hombres afro-americanos que tenían sífilis.
En lugar de dar un diagnóstico honesto, los investigadores simplemente le dijeron a los hombres que los informes médicos indicaron que tenían "mala sangre", un término usado en ese momento para una serie de trastornos desde la anemia al síndrome de fatiga crónica. Los investigadores ofrecieron a estos desesperados pobres hombres, tratamiento gratuito e incluso se ofrecieron para cubrir sus gastos funerarios en caso de ser necesarios. En realidad, los médicos querían examinar el curso de una sífilis no tratada hasta su punto final, la muerte. Incluso después de que la penicilina estuvo ampliamente disponible en 1947 - una droga que podría haber curado estos pacientes - el estudio continuó. Muchos de los sujetos murieron, pero no antes de infectar a otros. Los hombres fueron tratados como conejillos de indias humanos.
Experimento Tuskegee.
Sorprendentemente, el proyecto continuó hasta 1972, cuando el periodista Jean Heller descubrió el complot. Tres meses después el gobierno federal declaró la tarea como contraria a la ética y la vetó. Un tribunal concedió a los participantes o sus familias $ 9 millones de dólares en indemnización, así como atención médica gratuita. Sin embargo ninguno de los investigadores o administradores responsables fueron juzgados penalmente. No fue hasta mayo de 1997 que el presidente Bill Clinton se disculpó oficialmente con los ocho supervivientes restantes. Esta historia, y otras historias como esta, bien puede haber impulsado la aceptación generalizada entre los afroamericanos del estudio de Goertzel, de que el gobierno de los EE.UU. había conspirado para causar el SIDA a los miembros de su raza. Esta encubrimiento auténtico también puede ser la razón de que muchos negros todavía desconfíen de los esfuerzos actuales de los CDC para prevenir y tratar el SIDA a nivel nacional.
MENTES ENVENENADAS.
Sin embargo, una teoría de la conspiración no tiene por qué tener su origen en un hecho real. Incidentes completamente inventados son lo suficientemente buenos, si son creíbles. En política, las falsas teorías de conspiración a menudo se utilizan para difamar a un oponente como malvado o manipulador. A lo largo de la historia humana, los gobernantes han representado a sus némesis como conspiradores responsables de todo tipo de actos terribles. En el siglo I dC, el emperador romano Nerón hizo correr el rumor de que los cristianos habían incendiado a Roma. En la Edad Media, se llevaron a cabo masacres organizadas de judíos cuando lideres rusos esparcieron extrañas e imaginarias acusaciones contra ellos.
Una de los más exitosos, y más malvados, ejemplos es Los Protocolos de los Sabios de Sión. Este libro, aparentemente publicado por la policía secreta del zar ruso Nicolás II alrededor de 1897, expuso una conspiración de los judíos y los masones para conquistar el mundo. El falso documento acusaba a ambos grupos de ser responsables de la Revolución Francesa, así como el surgimiento del socialismo y el anarquismo, en fin, todo lo que los monárquicos y los nacionalistas de finales de los siglos 19 y principios del siglo 20 temían. Los Protocolos influenciaron fuertemente a la opinión pública en muchos otros países.
Desde el principio la gente puso en duda la validez de Los Protocolos, pero no se hizo nada para frenar su difusión. Paradójicamente, los argumentos en contra de su fiabilidad fortalecieron la creencia en la existencia de una conspiración judía mundial empeñada en desacreditarlos. El texto apareció una y otra vez bajo nuevas formas, la mayoría de ellas acompañado de otros tratados antisemita. Entre otras cosas, el texto sirvió como una fuente importante de la ideología nazi y fue adoptado por Adolf Hitler. Incluso se puso en la lista de lecturas asignadas en las escuelas alemanas a partir de 1935. Hoy en día Los Protocolos están especialmente extendidos en los países árabes, envenenando las mentes de los lectores de allí.
Las teorías conspirativas proporcionan a los manipuladores políticos la justificación para usar cualquier método concebible para destruir a sus rivales. El famoso Subcomité Permanente de Investigaciones del senado de EE.UU. ,presidido por el senador Joseph McCarthy a inicios de los años 1950s, buscó comunistas ocultos por todos los EE.UU. Y por supuesto los encontró. Una denuncia era suficiente para "probar" que una persona era comunista, asi como también la negativa de una persona a dar nombres de otras personas que supuestamente eran comunistas. Casi 10.000 personas perdieron sus trabajos debido a falsas, y a veces extorsivas, acusaciones. Quienes fomentaban la teoría de una conspiración comunista masiva vieron sus ideas espléndidamente confirmadas por estos resultados.
Los dictadores y tiranos, para rodearse de un ejército de cómplices que les servirá sin cuestionamientos, constantemente inventan nuevas conspiraciones contra sus regímenes. Y debido a que sus supuestos opositores actúan en secreto, pueden estar en cualquier lugar y en todas partes, así que el constante estado de alerta es obligatorio. Así es como los autócratas justifican sus represivos sistemas de seguridad. Por otra parte, porque los regímenes dictatoriales, a los ojos de sus partidarios, siempre tienen la razón, todos los problemas registrados deben ser fruto del trabajo de los conspiradores en lugar de errores propios.
Incluso sociedades democráticas inventan o son atraídas por historias llamativas. Muchos escritores y editores publicaron "revelaciones" después de los atentados del 11-9 que adjudicaron la culpabilidad a toda clase de facciones. Algunos incluso llegaron a afirmar que los ataques fueron perpetrados por la CIA. Los propulsores de estas acusaciones ponen en duda la versión oficial de los hechos y en su lugar proponen explicaciones alternativas, utilizando a “expertos” anónimos de Internet como sus fuentes. Algunos han llegado tan lejos como para decir que agentes secretos estadounidenses estrellaron los dos aviones de pasajeros en el World Trade Center mediante control remoto. Y debido a que los agentes sabían que el impacto no iba a ser suficiente para derribar las torres, tenían elementos que volaron parte de la estructura de los edificios en el mismo momento. ¿Para qué? Porque así Estados Unidos, la superpotencia, podía utilizar la tragedia para justificar sus operaciones militares en el Oriente Medio. Estas operaciones fueron prueba suficiente para llevarse a cabo.
WTC - 11 sept 2001.
Esta lógica - una inversión de la causa y efecto - es una sello fundamental del pensamiento de la teoría de la conspiración. Los hechos ocurridos hoy - como la "guerra contra el terrorismo", que es en gran parte una reacción al ataque contra el World Trade Center - se utilizan como evidencia para demostrar que las acciones actuales ya había sido planeadas con mucha antelación. Los teóricos de la conspiración apenas pueden imaginar que la historia podría haber discurrido de otra manera.
INTERPRETANDO SEÑALES.
Dentro de sus capullos de motivos imputados y las maquinaciones, los autores de las teorías de conspiración también crean sus propios sistemas de defensa. Su reputación depende de su capacidad para defender sus teorías en contra de todos los atacantes. Una táctica principal es la reivindicación de un insight absoluto entendido como el acto o el resultado de comprender la naturaleza interna o escondida de las cosas o de percibir de una manera perspicaz y casi intuitiva. En las sociedades antiguas, un insight único era tomado de los oráculos y presagios. La capacidad de leer las señales fue también el fundamento del poder sacerdotal. Sólo estos pocos elegidos eran capaces de leer o interpretar las runas secretas o las entrañas de animales sacrificados y por lo tanto explicar la voluntad de los dioses.
La voluntad de la sociedad para poner en pedestales a las personas que puedan interpretar ese conocimiento velado persiste incluso en la cultura basada en hechos de hoy en dia. Sherlock Holmes, el antepasado de los detectives de ficción moderna, podía resolver los crímenes basado en un puñado de pistas. Los médicos pueden diagnosticar trastornos internos basándose en los signos exteriores de la enfermedad. Los astrónomos pueden explicar tanto el principio como el fin del universo simplemente con lo que ven en el cielo nocturno.
Como las conspiraciones por definición operan en las sombras, sólo los que las conocen pueden entenderlos. Eso eleva a los teóricos de la conspiración al status de profetas y satisfacer sus necesidades emocionales de importancia. Y siempre pueden contar con apoyo, debido a que sus interpretaciones alimentan las necesidades o los prejuicios de mucha gente.
Las teorías conspirativas nos dicen mucho sobre los enemigos imaginarios de sus creyentes, sus miedos y prejuicios, y como resultado pueden ser útiles para documentar la historia contemporánea. En el mundo actual, que tantas personas encuentran abrumadoramente complicado, una simple explicación es aún más atractiva. Es muy posible que estos primeros años del siglo 21 sean una época de auge para creer en conspiraciones.
CÓMO CONSTRUIR UNA CONSPIRACIÓN:
"La experiencia demuestra que hay muchas conspiraciones, pero que son muy pocas las que triunfan", escribió Nicolás Maquiavelo, el famoso teórico del poder, en su clásico libro El Príncipe de 1532. Cualquier persona que quiera dar rienda suelta a una teoría de la conspiración tiene que recordar nueve reglas para su éxito:
1. Dude de que nada en el mundo sucede por casualidad, especialmente cuando se trata de un desastre. Descarte de plano cualquier explicación existente de un evento extremo.
2. Tome eventos aparentemente no relacionados, presagios o declaraciones y deles un nuevo significado.
3. Nombre a un enemigo.
4. Exponga las malas intenciones, la más común, mejor.
5. Desacredite a las autoridades, los políticos y funcionarios como estúpidos o como pagados por el enemigo.
6. Establezca un club de los culpables y cítelos como prueba de su teoría.
7. Escúdese de los detractores y declárelos como equivocados o colaboradores del enemigo.
8. Emita advertencias de inminentes actos malignos de la conspiración y subraye la necesidad de tomar medidas contra ellos.
9. Llame a la gente a estar alerta para obtener más colaboradores y contribuciones financieras.
NOTA:
En lo personal soy un creyente de Teorías de Conspiración, pero me pareció interesante publicar una visión escéptica del asunto. Si bien comparto y estoy de acuerdo con la mayoría de los planteamientos psicológicos que expone el articulo, no comparto el enfoque negacionista ni simplista que se le da, más aún cuando relata sucesos verídicos que perfectamente califican como conspiraciones. Cosas extrañas pasan en este mundo.
NOTA:
En lo personal soy un creyente de Teorías de Conspiración, pero me pareció interesante publicar una visión escéptica del asunto. Si bien comparto y estoy de acuerdo con la mayoría de los planteamientos psicológicos que expone el articulo, no comparto el enfoque negacionista ni simplista que se le da, más aún cuando relata sucesos verídicos que perfectamente califican como conspiraciones. Cosas extrañas pasan en este mundo.